Históricamente, las galaxias han sido clasificadas de
acuerdo a su forma aparente (morfología visual, como se la suele nombrar). Una
forma común es la de galaxia elíptica que, como lo indica su nombre, tiene el
perfil luminoso de una elipse. Las galaxias espirales tienen forma circular
pero con estructura de brazos curvos envueltos en polvo. Galaxias inusuales se
llaman galaxias irregulares y son, típicamente, el resultado de perturbaciones
provocadas por la atracción gravitacional de galaxias vecinas. Estas
interacciones entre galaxias vecinas, que pueden provocar la fusión de
galaxias, pueden inducir el intenso nacimiento de estrellas. Finalmente,
tenemos las galaxias pequeñas, que carecen de una estructura coherente y
también se las llama galaxias irregulares.
Se estima que existen más de cien mil millones
(100.000.000.000) de galaxias en el universo observable. La mayoría de las
galaxias tienen un diámetro entre cien y cien mil parsecs y están usualmente
separadas por distancias del orden de un millón de parsecs. El espacio
intergaláctico está compuesto por un tenue gas cuya densidad media no supera un
átomo por metro cúbico. La mayoría de las galaxias están dispuestas en una
jerarquía de agregados, llamados cúmulos, que a su vez pueden formar agregados
más grandes, llamados supercúmulos. Estas estructuras mayores están dispuestas
en hojas o en filamentos rodeados de inmensas zonas de vacío en el universo.
Se especula que la materia oscura constituye el 90 % de
la masa en la mayoría de las galaxias. Sin embargo, la naturaleza de este
componente no está demostrada, y de momento aparece sólo como un recurso
teórico para sustentar la estabilidad observada en las galaxias. La materia
oscura fue propuesta inicialmente en 1933 por el astrónomo suizo Fritz Zwicky,
pues la rotación observada en las galaxias indicaba la presencia de una gran
cantidad de materia que no emitía luz.
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